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16 abr 2018

¿Existe la adicción a la comida? Primera revisión sistemática



Uno de los planteamientos - en mi opinión - más interesantes respecto al problema de la obesidad y la alimentación actual es los puntos en común que podría tener con la adicción a sustancias como el tabaco, el alcohol u otras drogas. En El Cerebro Obeso profundizo sobre el tema y aunque no es una perspectiva novedosa, muchos expertos e investigadores tiene opiniones bastante encontradas respecto a la misma. Una circunstancia que la hace incluso más fascinante todavía, porque confirma que queda mucho por investigar, conocer y aprender al respecto. Para quienes no están familiarizados con estas ideas pueden tener una primera aproximación leyendo este artículo que escribí hace un tiempo.

De forma muy resumida, podría decirse que entre los expertos hay tres posicionamientos diferenciados. El primero sería el más escéptico, en el que se piensa que no hay pruebas de que la alimentación actual tenga algo en común con las adicciones. El segundo sería el más "creyente", en el que se defiende la "adicción a la comida" y que hay suficientes indicios e incluso pruebas de que la alimentación actual puede provocar fenómenos con puntos en común con la adicción a sustancias como las drogas o ciertos medicamentos. Y el tercero se inclinaría por la existencia de la "adicción a comer", es decir, por ver paralelismos entre con trastornos de comportamiento (como el juego patológico) pero no con la adicción a sustancias.

Pues bien, para ir completando y aclarando el panorama se acaba de publicar en la revista Nutrients la primera revisión sistemática analizando la evidencia que existe sobre el concepto de adicción a la comida. El trabajo, realizado por especialistas en psiquiatría y adicciones, se titula "What Is the Evidence for "Food Addiction?" (2018) y, para regocijo de los que somos aficionados a leer sobre alimentación, es de libre acceso.



Para los que no se defienden con el inglés o prefieren centrarse solo en las ideas principales, a continuación he hecho una traducción libre de la discusión final y las conclusiones de los autores.

Allá va:

"El concepto de adicción a la comida ha provocado mucha controversia entre los investigadores. Mientras que algunos han cuestionado la validez de este constructo, un número creciente de estudios ha detectado evidencia de cambios biológicos y de comportamiento en respuesta a alimentos altamente palatables, de forma paralela a lo que ocurre en las adicciones. 

El presente estudio revisa la investigación existente sobre adicción a la comida, analizando los descubrimientos y resultados en aspectos utilizados para el diagnóstico de las adicciones: 

(a) Cambios neurobiológicos.
(b) Preocupación por la sustancia.
(c) Problemas de control. 
(d) Problemas sociales. 
(e) Uso en situación de riesgo.
( f) Tolerancia / abstinencia.
(g) Cronicidad.
(h) Recaída. 

Hemos encontrado un respaldo significativo para el concepto de la adicción a la comida, tanto en animales como en humanos, contando cada criterio principal con el apoyo de al menos un estudio, aunque algunos subcriterios aún no se han estudiado. 

De las características de adicción evaluadas, los cambios en la recompensa cerebral y los problemas de de control tienen el mayor número de resultados favorables (21 y 12 estudios, respectivamente). La revisión actual también encuentra evidencia de características complementarias consistentes con la adicción, que incluyen susceptibilidad genética, sensibilización a sustancias y sensibilización cruzada e impulsividad. Se necesita más investigación para evaluar los criterios de diagnóstico con menos apoyo empírico, incluido el consumo en situación de riesgo, la cronicidad, la recaída, la preocupación y los problemas sociales. Solo cuatro de los 35 artículos identificados reportaron hallazgos contrarios a los criterios propuestos para la adicción, aunque dos de ellos también incluyeron hallazgos a favor. 

En general, las pruebas que respaldan la validez de la adicción a los alimentos supera de forma significativa a la evidencia en su contra.

Algunos han propuesto que la adicción a la comida debe clasificarse como un trastorno del comportamiento, similar al juego patológico ("adicción a comer"). Sin embargo, la mayoría de los estudios de investigación, incluida la gran mayoría de los estudios identificados para esta revisión, han conceptualizado la adicción a la comida como un trastorno por consumo de sustancias ("trastorno de uso de alimentos refinados", "trastorno de consumo de alimentos altamente palatables" o simplemente "trastorno por consumo de alimentos"). Para abordar esta cuestión, Meule y Gearhart compararon los criterios de diagnóstico para el trastorno del juego - la única adicción al comportamiento oficialmente reconocida en el DSM-5- con los síntomas de la adicción a la comida y encontró que a pesar de varias similitudes (por ejemplo, esfuerzos infructuosos para reducirlo), los síntomas de adicción a la comida se parecían más a los de un trastorno por consumo de sustancias, debido al consumo necesario de una sustancia (alimento) y la inaplicabilidad de ciertos criterios de comportamiento. 

or definición, las "adicciones conductuales" implican dependencia de un comportamiento, no una sustancia; sin embargo, el consumo adictivo de alimentos altamente palatables implica tanto un comportamiento (comer) como una sustancia (alimento). Algunas adicciones a sustancias clásicas, como el trastorno por consumo de tabaco, también parecen incluir dependencias conductuales. Por ejemplo, debido a la fuerte conexión entre los efectos de la sustancia (tabaco) y el acto de usarla (fumar), se suele necesitar modificaciones del comportamiento en el tratamiento de esta adicción. Sin embargo, el tabaco es el principal impulsor de la adicción y, por lo tanto, se clasifica como un trastorno por consumo de sustancias. 

En la revisión actual, los síntomas que sugieren adicción a alimentos altamente palatables a menudo se entrelazaron con patrones de alimentación específicos (restricción, atracones). Sin embargo, estos patrones de comportamiento también se observan con frecuencia entre las personas con trastornos por consumo de alcohol y otras drogas. Además, se han encontrado las características de la adicción a la comida en ausencia de tales patrones de alimentación  y fueron precedidas por el consumo de alimentos altamente palatables, lo que sugiere un perfil más similar a la adicción a sustancias. 

A la luz de estos hallazgos, los resultados de la revisión actual respaldan la conclusión de Meule y Gearhardt de que, si bien la adicción a la comida involucra síntomas conductuales y relacionados con sustancias, es más parecida a los criterios del trastorno por consumo de sustancias.

En general, en la presente revisión sistemática la mayoría de los estudios evaluaron alimentos con edulcorantes o azúcares añadidos (por ejemplo, azúcar, sacarina) y muchos experimentos combinaron azúcares con grasas, como aceites hidrogenados o manteca de cerdo. La revisión actual ha encontrado que los alimentos más comunes asociados con los síntomas adictivos son aquellos con alto contenido de grasas y/o carbohidratos refinados como el azúcar. Estos hallazgos son consistentes con la literatura anterior. Avena, Rada y Hoebel encontraron que las adaptaciones neuronales en respuesta al consumo de azúcar podrían llevar a la dependencia en ratas, e Ifland y colegas concluyeron que los alimentos refinados (por ejemplo, refrescos, cereales de desayuno, jarabe de maíz con alto contenido de fructosa) deberían considerarse como sustancias adictivas. 

Dando un paso más, Lustig y colegas argumentaron que el azúcar debería ser regulado como sustancia de consumo abusivo dados los resultados de salud negativos que comparte con el alcohol, tanto a nivel individual y social (por ejemplo, enfermedad hepática, costos médicos asociados). Schulte, Potenza y Gearhardt propusieron que la adicción a la comida se asemeja más a una adicción basada en sustancias que a una adicción de comportamiento debido a los efectos diferenciales de ciertos tipos de alimentos en el comportamiento alimentario. Finalmente, Pursey y colegas revisaron la literatura sobre la adicción a la comida y concluyeron que los alimentos más comúnmente asociados con los síntomas adictivos en los humanos son aquellos altamente procesados, tienen un índice glucémico alto y contienen grandes cantidades de grasas añadidas. y azúcar.

Aunque existe apoyo para el potencial adictivo del azúcar en estudios con animales, los datos de estudios en humanos sugieren que, más que el azúcar solo, es la combinación de dulce y grasa la que se asocia más comúnmente con síntomas adictivos. Se necesitan más investigaciones para identificar los tipos y características de los ingredientes alimentarios que pueden tener efectos adictivos en humanos. 

Algunos estudios han evaluado si la adicción a los alimentos puede manifestarse con alimentos integrales no procesados. Los estudios en animales no encuentran evidencia para los síntomas de tipo adictivo a la comida habitual para roedores, y los estudios en humanos informan de un aumento de los síntomas adictivos hacia los alimentos refinados / procesados ​​en comparación con los alimentos no procesados ​. Sin embargo, en un estudio de Schulte y colegas que evaluaba el potencial adictivo de alimentos específicos, las nueces (generalmente consideradas como un alimento natural y sin azúcares añadidos) fueron calificadas como más adictivas en promedio que las barras de granola (típicamente procesadas, con azúcares añadidos y grasas). Además, hay un estudio aislado que describe individuos con síntomas de tipo adictivo hacia las zanahorias. 

Mientras que los alimentos altamente palatables se asocian con síntomas similares a los adictivos con mayor frecuencia que los alimentos no procesados, la posibilidad de que estos síntomas aparezcan con alimentos "naturales" requiere de más análisis. La investigación futura también debe examinar los potenciales factores biológicos y hormonales que desempeñan un papel en los síntomas de adicción a la comida. Los estudios incluidos en la revisión encontraron que los roedores genéticamente propensos a la obesidad tenían mayor riesgo de desarrollar ciertos síntomas de adicción a la comida (es decir, ansias y problemas de control) en comparación con los roedores resistentes a la obesidad. En humanos, los síntomas de adicción a la comida son más prevalentes entre los adultos con un IMC en el rango de sobrepeso y obesidad (24.9%) en comparación con los adultos con IMC normal (11.1%). Sin embargo, un estudio que comparó adultos con sobrepeso u obesidad, encontró diferencias hormonales (por ejemplo, amilina, prolactina, hormona estimulante de la tiroides) entre aquellos que cumplían los criterios de adicción a la comida y los que no. Estos datos indican la necesidad de explorar más a fondo los factores biológicos y hormonales asociados con el peso y la adicción a la comida. 

Finalmente, aunque múltiples estudios han demostrado que la obesidad, el trastorno por atracón y la adicción a la comida son constructos diferentes, queda mucho por aclarar respecto a sus diferentes etiologías. Debería seguir investigándose para examinar las diferencias y similitudes neurológicas entre la obesidad, los trastornos alimenticios y la adicción a los alimentos. Se deben explorar las implicaciones teóricas y clínicas potenciales de estas diferencias.

(...)

Los resultados de esta revisión sistemática en general respaldan la validez de la adicción a los alimentos como un constructo diagnóstico, particularmente en lo que se refiere a los alimentos ricos en azúcares/edulcorantes e ingredientes refinados. La mayoría de los estudios ofrecen evidencia de síntomas relacionados con cambios neurológicos y problemas de control, y el resto de estudios (menos) evaluaron la preocupación, la cronicidad, la recaída, el deterioro social y el uso peligroso. En la adicción a la comida, la perspectiva conductual y la relacionada con la adicción a sustancias parecen estar entrelazadas, pero sugerimos que la perspectiva de las sustancias (los alimentos altamente palatables) puede ser más relevante para la clasificación diagnóstica de este fenómeno que la del comportamiento. Proponemos que el constructo de la adicción a la comida merece una atención seria en cuanto a su presentación, prevención y tratamiento en humanos."


Estas serían las ideas principales de la revisión, pero si consultan el trabajo original, podrán comprobar que es bastante más extenso que este texto. De hecho, incluye una parte más técnica, pero también bastante interesante, en la que se va enumerando la evidencia existente para cada aspecto relacionado con las adicciones, desde las alteraciones neurobiológicas, hasta los criterios utilizados en la evaluación a sustancias adictivas.  Y como me consta que, a pesar de la complejidad del texto, a muchos de ustedes este tema les puede parece especialmente atractivo, también lo he traducido.

Aquí lo tienen:

"De los 35 artículos (52 estudios) incluidos en esta revisión, 31 artículos (47 estudios) aportaron resultados que respaldan los criterios de adicción, dos artículos (dos estudios) obtuvieron resultados mixtos y dos artículos (tres estudios) informaron de hallazgos no compatibles. Los resultados que examinaron cada característica preespecificada de las adicciones  se evaluaron por separado y se describen a continuación.

3.1. Correlaciones neurobiológicas de la adicción

3.1.1. ΔFosB

Sharma et al demostraron que las ratas sometidas a una dieta alta en grasas de 12 semanas de aceite de coco hidrogenado, maltodextrina, sacarosa y caseína tenían significativamente más ΔFosB - un receptor de dopamina D2 y factor de expresión neurotrópico derivado del cerebro - y menor expresión del receptor D1 de dopamina, en la zona del cerebro llamada Núcleo Accumbens (NAc) . Estos cambios se observaron antes de la obesidad y se relacionaron con comportamientos que sugieren anhedonia (incapacidad para experimentar placer). Los autores concluyeron que los cambios cerebrales pudieron haber puesto a los animales en mayor riesgo de síntomas relacionados con las adicciones, como las recaídas. No hay estudios en humanos relacionados con ΔFosB.

3.1.2. Dopamina

Colantuoni y colaboradores compararon los cambios en la química cerebral de ratas con ingesta intermitente y excesiva de glucosa respecto a ratas que seguían una dieta habitual de pienso. Descubrieron que la exposición a los alimentos altamente palatables y con un patrón alimentario intermitente causaba una activación aumentada de receptores de dopamina D1 y μ-opioide-1, así como una menor captación de receptores de dopamina D2, en el estriado dorsal. Adams y colegas encontraron que las ratas con una dieta alta en grasas y baja en sacarosa (principalmente manteca de cerdo) también tenían una menor expresión del receptor D2 en la NAc, pero no ocurría lo mismo con las que tenían una dieta baja en grasa y alta en sacarosa. La expresión reducida del receptor D2 en el cuerpo estriado (junto con otros indicadores de regulación negativa del funcionamiento de la recompensa) también se observó en ratas que voluntariamente aumentaron su ingesta de alimentos altamente palatables (tocino, salchicha, tarta de queso, pastel, glaseado, chocolate) en un estudio de Johnson y Kenny. Los autores de cada estudio concluyeron que sus resultados eran coincidentes con los hallazgos en la literatura sobre el trastorno por uso de sustancias.

En humanos, Davis y sus colaboradores encontraron que los individuos que cumplían el criterio de la escala YFAS (pinchar aquí para conocer mejor esta escala), es decir, que tenían síntomas clínicamente significativos de adicción a los alimentos, tenían puntuaciones más altas en el "multi-locus genetic profile" (MLGP), asociadas con más dopamina. Y que la relación entre la puntuación MLGP y la adicción a los alimentos estaba regulada por una alimentación recompensante. Davis, Levitan, Kaplan, Kennedy y Carter demostraron que un supresor del apetito que bloquea el funcionamiento de la dopamina no era efectivo en adultos que cumplían los requisitos de la escala YFAS en comparación con el grupo de control, sugiriendo una alteración de la dopamina, de forma similar a la que se observa en personas con trastornos por uso de sustancias (drogas).

3.1.3. Expresión de los opioides

Se ha concluido que  los repectore de los opioides juegan un papel en la sensación de recompensa por la comida de las ratas. Le Merrer y Stephens encontraron que las ratas condicionadas con bolitas endulzadas con azúcar ya no respondían a la recompensa condicionada cuando se les administraba un antagonista opiáceo. Newman, Pascal, Sadeghian y Baldo demostraron que las ratas que fueron alimentadas diariamente con mantequilla endulzada comieron significativamente más comida estándar que las ratas no alimentadas con esta comida palatable cuando recibieron un agonista del receptor μ-opioide, lo que sugiere que la actividad del receptor opioide puede estar asociada con comer en exceso y el consumo de alimentos muy palatables.

Como una medida de la función de los opioides, Daubenmier y colegas analizaron en mujeres con sobrepeso u obesas los efectos de un fármaco de bloqueo opioide agudo sobre el cortisol y las náuseas . Encontraron que las mujeres que tenían en una alimentación más emocional y restringida tenían mayores niveles de cortisol y las mujeres que sufrían atracones tenían mayores niveles de náuseas en respuesta al medicamento, sugiriendo que estas personas "pueden tener un sistema opioidérgico regulado descendentemente". Cambridge y colaboradores encontraron de manera similar un papel significativo para el sistema de receptores μ-opioides  en la motivación para la recompensa de alimentos; observaron que en personas con obesidad y atracones moderados, un antagonista del receptor μ-opioide redujo la motivación (pero no el gusto) hacia los alimentos con alto contenido calórico (por ejemplo, el chocolate). Aunque los autores no concluyeron que sus resultados apoyaran la adicción a los alimentos, dedujeron un papel para el sistema μ-opioide  en la recompensa relacionada con los alimentos.

3.1.4. Otros cambios neurobiológicos

En un estudio controlado realizado en primates, Duarte y colegas encontraron que el chocolate inducía una respuesta de preferencia de lugar condicionada persistente, que generalmente solo se observaba en respuesta a las recompensas de la droga. Los monos que recibieron chocolate pasaron más tiempo en ambientes donde previamente lo habían recibido, mientras que los controles no mostraron preferencia de lugar. El acondicionamiento persistió incluso después de un seguimiento de 15 días, lo que indica que el chocolate, como las drogas, se puede usar para este tipo de condicionamientos. En ratas, Le Merrer y Stephens encontraron que un antagonista del receptor de AMPA bloqueaba la respuesta condicionada a las bolitas endulzadas de una manera comparable a las drogas. Además, Newman y colegas sugirieron que la actividad del receptor del ácido gamma-aminobutírico (GABA) podía estar implicada en la adicción a la comida; descubrieron que las ratas a las que se les administraba una dosis diaria de mantequilla endulzada comían significativamente más comida estándar que las ratas a las que no se les daba comida palatable cuando se les administraba muscimol, un agonista de GABA que induce a comer.

En un estudio que comparó ratas genéticamente propensas a la obesidad respecto a ratas resistentes a la obesidad, Mary Brown y colegas observaron un papel significativo para el sistema glutamatérgico del Nucléo Accumbens al alimentarlas en exceso, similar a los mecanismos glutamatérgicos observados en modelos animales de recaída a la adicción a las drogas. Además, Pérez-Ortiz y colaboradores encontraron que las ratas alimentadas con una dieta alta en grasas (principalmente manteca de cerdo, caseína y sacarosa) mostraron aumentos en potenciales biomarcadores de adicción (fumarato hidratasa, subunidad ATP sintasa alfa y transcetolasa) en el NAc. Adams y colegas, sin embargo, encontraron que una dieta alta en grasas (principalmente manteca de cerdo) redujo la actividad de la proteína cAMP y su forma activada en el NAc, en contra de lo previsto.

En un estudio electroencefalográfico (EEG) por Imperatori y colegas, los participantes con tres o más síntomas de adicción a la comida en la escala YFAS mostraron cambios cerebrales similares a los de las personas con trastornos adictivos (por ejemplo, conectividad funcional aumentada en áreas fronto-parietales). Un estudio de resonancia magnética funcional (FMRI) realizado por Gearhardt y colegas encontró que las puntuaciones de la escala YFAS se correlacionaron con una mayor activación en la amígdala, la corteza cingulada y la corteza orbitofrontal medial cuando los participantes esperaban el consumo de un batido de chocolate. Cuando los participantes recibieron el batido, aquellos con puntuaciones YFAS más altas tuvieron mayor activación en la corteza prefrontal dorsolateral y caudado y menos activación en la corteza orbitofrontal lateral en comparación con aquellos con puntuaciones YFAS menores. Gearhardt y colegas concluyeron que este patrón de activación aumentada en las áreas del cerebro relacionadas con la recompensa y la activación disminuida en áreas relacionadas con la inhibición es similar al que se observa en la dependencia de sustancias.

De Ridder et al compararon la actividad cerebral del EEG en reposo entre (1) adultos con obesidad con más de tres síntomas YFAS ("YFAS alto"), (2) adultos con obesidad con menos de tres síntomas YFAS (" Bajo YFAS "), (3) adultos sin obesidad o adicción a la comida ("normopeso ") y (4) adultos sin obesidad pero con trastorno por consumo de alcohol ("adicción alcohol "). (...)  Los autores concluyeron que había similitudes neurobiológicas significativas entre las personas con síntomas de adicción a la comida y la dependencia del alcohol.

En un ensayo de exposición al señales gustativas entre adolescentes con sobrepeso u obesidad, Feldstein Ewing y colaboradores encontraron que el consumo de bebidas con alto contenido calórico (Sprite, Fanta o Coca Cola) producía respuestas cerebrales (p. Ej., aumento de la activación en el Núcleo Accumbens, cerebelo , OFC bilateral, etc.) similares a los observados en respuesta a drogas adictivas. Sin embargo, a diferencia de Gearhardt y sus colegas, no encontraron una relación significativa entre los síntomas del YFAS y la respuesta cerebral.

Finalmente, Franken y colegas encontraron que, de forma similar a los patrones observados en la adicción a las drogas, los individuos con más síntomas YFAS mostraban más alteraciones en el control cognitivo y control del rendimiento en los tests conductuales y neurológicos.

3.2. Preocupación por el uso de la sustancia

Dadas las limitaciones obvias, ningún estudio en animales ha evaluado la característica de "preocupación" en lo que se refiere a la adicción a la comida. Sin embargo, Tuomisto y colegas encontraron que los autodenominados "adictos al chocolate" eran significativamente más susceptibles al hambre en comparación con los controles, lo que posiblemente indique una mayor preocupación por los alimentos. Además, Merlo y colegas encontraron que, en niños, los síntomas de adicción a la comida se asociaron significativamente con una mayor preocupación por los alimentos.

3.3. Problemas de control

3.3.1. Consumo de una sustancia en cantidades mayores de lo previsto o durante un período más prolongado de lo previsto

Burmeister, Hinman, Koball y Hoffmann encontraron que, en una muestra de adultos con obesidad que buscaban tratamiento, la cantidad de síntomas alimentarios de la escala YFAS se asociaba con una mayor dificultad para controlar la ingesta en ciertas situaciones (por ejemplo, cuando se está nervioso o en entornos sociales). En su muestra pediátrica, Merlo y colegas encontraron una asociación positiva significativa entre la subescala de alimentación no controlada y los síntomas de adicción a la comida.

3.3.2. Deseo persistente o esfuerzos infructuosos para reducir o controlar el uso de sustancias

Ningún estudio evaluó específicamente este subcriterio.

3.3.3. Gran cantidad de tiempo dedicado a obtener, usar o recuperarse de los efectos de la sustancia

Furlong y colegas asignaron aleatoriamente ratas a acceso restringido, continuo o sin acceso a leche condensada endulzada durante cinco semanas. Informaron que, en comparación con las condiciones de acceso continuo y sin acceso (control), las ratas a las que se les dio acceso restringido a leche condensada exhibieron un comportamiento más repetitivo y dedicaron más tiempo a  intentar obtener el alimento (es decir, continuaron presionando una palanca, a pesar de la ausencia de recompensa condicionada). Mary Brown y colegas informaron que las ratas que se volvían obesas debido al consumo excesivo de alimentos altamente palatables (que consistían principalmente en manteca de cerdo, caseína y sacarosa) también mostraban comportamientos más perseverantes relacionados con alimentos altamente apetecibles presionando la palanca en ausencia de una recompensa, mayor motivación para la comida palatable, y mayor número de presiones de palanca en comparación con las ratas que seguían la misma dieta y que no estaban obesas.

3.3.4. Ansia o fuerte impulso por consumir la sustancia

Lenoir y colaboradores encontraron que las ratas preferían la sacarina a la cocaína cuando se les daba a elegir, y estaban más dispuestas a trabajar por la sacarina ante un aumento del esfuerzo, lo que indicó un fuerte deseo de consumir el edulcorante.

Davis y colegas encontraron que los adultos con obesidad que cumplían con los criterios YFAS de adicción a la comida reportaron ansias de comida significativamente mayores, alimentación hedónica y picoteo de dulces. En un estudio separado, Davis y colaboradores informaron que los participantes con síntomas clínicamente significativos de adicción a los alimentos (basados ​​en el YFAS) tenían más ansias de comer y descubrieron que las ansias mediaban en la relación entre la señalización de la dopamina y los síntomas clínicamente significativos de adicción a la comida, incluso después de controlar los atracones y las comidas emocionales. Además, Davis y colegas demostraron que las personas que cumplían los criterios YFAS para los síntomas clínicamente significativos de adicción a la comida informaron de mayores ansias y apetito tras probar su comida favorita palatable (por ejemplo, patatas fritas, chocolate o galletas).

En un estudio de candidatos a cirugía bariátrica con trastorno por atracón, Lent y Swencionis encontraron que las ansias se asociaron con puntuaciones más altas en medida de personalidad adictiva y que las puntuaciones de personalidad adictiva explicaba una cantidad significativa de la varianza en las ansias. Tuomisto y colegas encontraron que los autoconsiderados "adictos al chocolate" subjetivamente se excitaban más e informaban que experimentaban mayores antojos cuando se les presentaban señales relacionadas con el chocolate (p. Ej., Vista, olfato y gusto) que los controles. Finalmente, Feldstein Ewing et al.observaron aumentos significativos en los deseos autoinformados de los adolescentes de comer después de probar una bebida dulce (p. Ej., Sprite, Fanta o Coca Cola) en comparación con el agua.

3.4. Deterioro social

3.4.1. Incumplimiento de las obligaciones importantes en el trabajo, la escuela o el hogar debido al uso recurrente de sustancias

Ningún estudio evaluó específicamente este subcriterio.

3.4.2. Continuar el consumo de sustancias a pesar de los problemas sociales o interpersonales causados ​​o exacerbados por dicho consumo

Adams y colegas encontraron que las ratas alimentadas con una dieta alta en grasa y baja en sacarosa restringida en calorías comenzaron a buscar recompensas de sacarosa más impulsivamente, incluso cuando el comportamiento impulsivo fue castigado con ponerlas detrás de otras ratas. Sin embargo, las ratas alimentadas con la dieta baja en grasa / alta en sacarosa no mostraron el mismo nivel de comportamiento impulsivo. Ningún estudio en humanos evaluó específicamente este subcriterio.

3.4.3. Reducción de actividades sociales, ocupacionales o recreativas importantes debido al uso de sustancias

Ningún estudio en animales evaluó este subcriterio; Lent y Swencionis encontraron que el 60% de su muestra de candidatos a cirugía bariátrica prefirieron pasar más tiempo comiendo que realizando otras actividades, y que este subgrupo también tenía puntuaciones de personalidad adictiva más altas. A su vez, las puntuaciones más altas en su medida de personalidad adictiva explicaron una cantidad significativa de la varianza en el aislamiento social.

3.5. Uso peligroso en situaciones de riesgo

3.5.1. Uso recurrente de sustancias en situaciones de riesgo físico

Johnson y Kenny observaron que las ratas a las que se les daba acceso libre a una dieta consistente en tocino, salchicha, pastel de queso, glaseado y chocolate continuaron consumiendo compulsivamente estos alimentos a pesar de la presencia de un estímulo condicionado aversivo (es decir, una señal de luz que previamente se había asociado a un golpe en la pata). Por el contrario, las ratas previamente alimentadas solo con comida habitual o a las que se les dio acceso restringido a la dieta alta en grasas y en azúcar disminuyeron significativamente su consumo de alimentos apetecibles en presencia del estímulo condicionado aversivo . Ningún estudio en humanos evaluó este subcriterio.

3.5.2. Seguir con el consumo de la sustancia a pesar de saber que probablemente causa o exacerba problemas físicos o psicológicos 

Ningún estudio evaluó específicamente este subcriterio.

3.6. Criterios farmacológicos

3.6.1. Tolerancia

Johnson y Kenny encontraron que las ratas que voluntariamente comían en exceso alimentos altamente palatables exhibían alteraciones en la recompensa (por ejemplo, receptores de dopamina D2 regulados negativamente, umbrales de recompensa elevados) que empeoraba a medida que las ratas ganaban más peso.

En el estudio de Lent y Swencionis, entre candidatos a cirugía bariátrica el 68.5% reportaron cantidades crecientes de alimento para alcanzar la saciedad y los que ratificaron este síntoma también obtuvieron puntuaciones más altas en la medida de la personalidad adictiva. Además, Spring y colaboradores mostraron que entre las mujeres que reportaron ansias de carbohidratos, una bebida endulzada con 100% de carbohidratos (incluyendo sucralosa, maltodextrina, dextrosa, jarabe de arroz con alto contenido de maltosa, etc.) redujo significativamente los estados  de ánimo negativos. Sin embargo, este efecto disminuyó en exposiciones múltiples, lo que indicó signos de tolerancia . Finalmente, Markus y colegas concluyeron que los alimentos más comunes asociados con los efectos de tolerancia fueron los alimentos dulces altos en grasa (3.2%) y los alimentos salados con alto contenido de grasa (2.9%), y que la tolerancia fue mayor para estos alimentos en comparación con alimentos azucarados bajos en grasa. (...)

3.6.2. Abstinencia

Mangabeira, Garcia-Mijares y Silva encontraron que las ratas que preferían una disolución de azúcar tenían un refuerzo diferencial alterado de baja tasa de rendimiento (una medida de impulsividad) cuando se les sometía a abstinencia, similar a la de los animales sometidos a abstinencia de drogas. Pickering, Alsiö, Hulting y Schiöth descubrieron que cuando se les administraba una dieta alta en grasas y azúcares, las ratas propensas a la obesidad exhibían síntomas de abstinencia tras eliminar dicha dieta, incluido el pasar menos tiempo en campo abierto (un indicador de ansiedad) y comer significativamente menos comida habitual . Sharma y colegas informaron que al retirar la dieta, los ratones alimentados con alimentos ricos en grasas (principalmente aceite de coco hidrogenado, maltodextrina, sacarosa y caseína) mostraron más signos de ansiedad y niveles elevados de cortisona basal, y las ratas estaban más motivadas tanto para la sacarosa como para los alimentos ricos en grasas en comparación con las ratas alimentadas con una dieta baja en grasas. Sin embargo, Yakovenko, Speidel, Chapman y Dess informaron que los síntomas de abstinencia espontánea de las ratas reportada en otros estudios (temblor de las patas delanteras, castañeteo de los dientes y sacudidas de la cabeza) fueron poco frecuentes en su estudio. Si bien observaron mas sobresaltos (un síntoma de la abstinencia al etanol visto en la misma línea de ratas) que dependía de la dosis previa de ingesta de glucosa, no fue significativamente diferente del control.

Lent y Swencionis encontraron que, en su muestra de candidatos a cirugía bariátrica, los individuos que puntuaron significativamente más alto en personalidad adictiva también informaron sentirse más ansiosos cuando no estaban cerca de la comida. Finalmente, Markus y colaboradores informaron que entre 1414 participantes que informaron haber experimentado al menos un síntoma YFAS en el último año, 9.5% reportaron efectos fisiológicos similares a los "abstinentes" en respuesta a los alimentos salados altos en grasa (3.8%). alimentos dulces altos en grasa (2.8%), alimentos azucarados bajos en grasa (1.6%) o alimentos salados bajos en grasa (1.3%). La "intensidad" autodeclarada de los síntomas de abstinencia fue significativamente mayor para los alimentos dulces palatables y altos en grasa en comparación con los alimentos azucarados bajos en grasa.

3.7. Cronicidad

McGee, Amare, Bennett y Duncan-Vaidya encontraron que tras tres días comiendo mantequilla endulzada siguiendo un patrón atracón/compensación, un mes después las ratas todavía tenían una mayor motivación para la sacarosa, sugiriendo efectos a largo plazo del consumo de alimentos palatables. Pickering y colegas informaron que las ratas propensas a la obesidad alimentadas con una dieta alta en grasas y azúcar consumieron significativamente menos pienso durante un período de tres semanas posteriores a la retirada de dicho alimentos, lo que posiblemente sugiere cambios a largo plazo en el sistema de recompensa de las ratas, análogo al estado crónico de dependencia visto en las adicciones a las drogas.

Konkolÿ Thege, Woodin, Hodgins y Williams realizaron un estudio longitudinal en el que evaluaron la prevalencia de seis comportamientos potencialmente adictivos entre 4121 adultos canadienses. Descubrieron que solo el 6.3% de los participantes informaron problemas de exceso de comida durante cuatro años consecutivos en comparación con el 58% que informaron problemas durante un año. Los autores concluyeron que comer en exceso puede ser más transitorio que las adicciones a las drogas.

3.8. Recaída

Dos artículos de Pickering y colegas y Sharma y colegas concluyeron que las ratas y ratones a los que se les quitó una dieta muy palatable demostraron una mayor motivación para la sacarosa, lo que sugería riesgo de recaída. Ningún estudio en humanos evaluó este criterio.

3.9. Observaciones adicionales

3.9.1. Genética

En una investigación genómica de la adicción a la comida, Cornelis y colaboradores observaron que las puntuaciones de adicción a la comida en la escala YFAS modificada se asociaron significativamente con la señalización en la ruta de proteína kinasa activada por mitógeno, que se ha identificado como una posible vía de adicción a las drogas; sin embargo, otros fundamentos genéticos relacionados con la adicción no coinciden (p. ej., genes, polimorfismos de un solo nucleótido) con la adicción a la comida.

3.9.2. Sensibilización de sustancias

Le Merrer y Stephens observaron que los ratones expuestos a bolitas dulces situados un contexto específico mostraban signos de sensibilización conductual al mostrar una mayor actividad en ese contexto en comparación con los ratones que no tenían la misma situación. Esta actividad persistió durante tres semanas en ausencia de la comida palatable y se describió como similar a las observadas en modelos de sensibilización a las drogas. Estos autores también informaron que los ambientes condicionados producen un mayor consumo de alimentos.

En humanos, Spring y colesgas observaron que los participantes que reportaron ansiar carbohidratos respaldaron un "gusto" mayor por una bebida de carbohidratos puros, en comparación con una bebida de alto contenido proteico de control, por lo que los autores sugirieron una sensibilización a los carbohidratos en esta muestra.

3.9.3. Sensibilización cruzada

Le Merrer y Stephens reportaron que las ratas sensibilizadas a los alimentos palatables tuvieron una respuesta locomotora significativamente mejorada cuando se les administró cocaína y morfina, lo que sugiere un efecto de sensibilización cruzada. Sin embargo, Yakovenko y colegas no pudieron encontrar evidencia de un efecto de sensibilización cruzada del consumo de galletas en el consumo de alcohol entre las ratas.

En un estudio sobre pacientes con cirugía para bajar de peso, Fowler, Ivezaj y Saules observaron que aquellos que reportaron más problemas con alimentos de índice glucémico alto y alto contenido de azúcar / grasa antes de la cirugía tenían más probabilidades de desarrollar un trastorno por uso de sustancias post-cirugía, indicando sensibilización cruzada.

3.9.4. Impulsividad

Adams y colegas encontraron que las ratas alimentadas con una dieta alta en grasas mostraron un aumento de la impulsividad al trabajar por una recompensa de sacarosa en comparación con las ratas alimentadas con una dieta rica en azúcar. En humanos, Davis y sus colaboradores informaron de una mayor impulsividad entre adultos con obesidad que cumplían los criterios de YFAS para la adicción a la comida en comparación con los que no lo hacían.

3.10. Adicción general

Cuatro estudios informaron de resultados relevantes para una caracterización general de la adicción. Tuomisto y colaboradores compararon personas autoclasificadas como "adictas al chocolate" o "no adictas al chocolate" en dos estudios y encontraron que la exposición a las señales de chocolate condujo a cambios afectivos (por ejemplo, ansiedad, inquietud) similares a los que se observan en la adicción a sustancias. Además, Schulte, Avena y Gearhardt evaluaron si ciertos alimentos tenían más probabilidades de estar asociados con una alimentación adictiva en estudiantes universitarios y en una muestra más diversa de adultos reclutados a través de Amazon MTurk, respectivamente. Los participantes en su estudio completaron el YFAS y luego se les pidió que completaran una tarea de elección forzada para identificar qué alimentos estaban asociados con síntomas adictivos. Los autores concluyeron que los alimentos con mayor probabilidad de estar implicados en patrones de alimentación adictivos eran alimentos procesados ​​con alto contenido de grasas y / o carbohidratos refinados. Estos alimentos, afirmaron los autores, tienen propiedades farmacocinéticas similares a las de fármacos adictivos (por ejemplo, tasa de absorción rápida altamente concentrada)."

Pues bien, esto es lo que hay, hasta ahora. Como siempre, si el tema les interesa les animo a leer el estudio original, en el que pueden encontrar enlaces a todas las referencias citadas, así como tablas tan interesantes como esta, en la que se recopila y resume la evidencia para cada cuestión, tanto la favorable como la contraria. Y también el libro de un servidor El Cerebro Obeso, en el que se explican todas estas cuestiones de forma detallada y sencilla.

Como ya he comentado en otras ocasiones, aunque no suelo atreverme a hacer demasiadas predicciones, en este caso apostaría a favor del potencial de esta perspectiva. Creo que nos ayudará a encontrar nuevos caminos para, junto con otras, afrontar con más posibilidades de éxito intervenciones y políticas para combatir la obesidad.

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